miércoles, 11 de agosto de 2010

LA AVIONETA DE LAS ROZAS

Era sábado de feria, sábado de toros, un día grande. Raúl estaba en la plaza de toros rodeado de sus incondicionales, bebiendo de su bota de vino mientras ocultaba entre sus piernas la bolsa de propaganda que había conseguido en la Feria del Campo. Estaba exultante, este año había conseguido un par de gorrillas y sabía de otros más cansinos que él que habían tenido más éxito. El Fercam iba por buen camino. Había cambiado su casaca militar por una camiseta blanca que aparecía sonrosada por el vino, su gorra sempiterna por un sombrero de paja, y su hablar enérgico y pausado, por una voz aguardentosa. La comisura de sus labios aparecía contorneada por unos tiznes blanquecinos y morados por el vino. Viendo su estado…no podía perder la oportunidad de hablarle de la feria antes de que empezara la corrida, la fiesta nacional que sus amigos del Pesoé han abolido en Cataluña. No nos engañemos.

Raúl, ¿Cómo va la feria? ¿Qué te parece? Estarás de acuerdo conmigo en que es igual que todos los años. Corta y pega. Idénticas actividades, las mismas atracciones y el tibio espíritu innovador de siempre. Cambios los justos. Si ha ido bien hasta ahora, ¿Para qué cambiar? Si la era donde se ubican las atracciones de la feria se queda pequeña ¿Para qué cambiar de sitio? ¿Para qué arriesgarse? Si la era donde se ponen los cochecitos de la feria es antiestética durante todo el año ¿Para que remodelarla? ¿Para qué? Para dejarlo peor que la Pérgola. Mejor no arriesgarse.

Raúl, no tuvo tiempo de contestar, cuando se disponía a hacerlo, el diestro a puerta gayola se disponía a recibir al toro y empezó a escucharse un leve murmullo en el tendido ajeno a la fiesta. La gente se chistaba unos a otros señalando hacía el cielo. Todo el público asistente lo miraba con asombro e incredulidad… y porque no decirlo, con un hilo de esperanza. La Banda dejó de tocar. Los del sol de cantar. La puerta de toriles sin abrir y el torero a la espera.

Con su majestuoso vuelo parecía un albatro que cruzaba solitario el azul del cielo.…Era una avioneta pilotada desde las Rozas y que sobrevolaba la plaza de toros arrastrando un gran cartel que surcaba el cielo, donde se podía leer “EL PEPÉ DE MANZANARES LES DESEA FELICES FIESTAS. QUEDA UN AÑO PARA EL CAMBIO”. ¡Qué momentazo! Fue tan efímero que es difícil describirlo. La tensión se palpaba en el ambiente, los miembros del Equipo de Gobierno no sabían adónde mirar, EMETEME apagaba las cámaras, el Presidente sólo en el palco agachaba la cabeza, la larga lista de gorrones buscaban entre el palco a quién les había invitado para ver qué actitud debían mostrar. ¿De hostilidad o de indiferencia? Pero no estaban, habían desaparecido, habían sido abducidos por la avioneta de las Rozas. Raúl no daba crédito pensando que se había excedido con el alcohol. De repente, y mientras veían marchar a la avioneta del cambio, de forma unánime, los del sol empezaron a cantar conjuntamente con toda la plaza. “¡¡¡Se nota, se siente, el cambio está presente!!! ¡¡¡Se nota, se siente, el cambio está presente!!!” Los del sol empezaron a levantarse de forma acompasada, subiendo los brazos y haciendo la ola invitando con sus movimientos a hacer lo mismo al resto de la plaza. El clamor era increíble y no se podía contener. Toda la plaza cantaba, ¡¡sí, sí, sí, el cambio ya está aquí!! ¡¡sí, sí, sí, el cambio ya está aquí!!

— Raúl, es otra forma de hacer política que tú no alcanzas a comprender. El pueblo sí lo está entendiendo. Seguro. Tiempo al tiempo. De momento, quédate con esa copla.