martes, 19 de abril de 2011

ASESINATO EN CALLE LA TERCIA

Al dejar su casa notaba en el estómago la serpiente que desde hacía meses culebreaba y le pedía vendetta. Por la cabeza de ese artista afiliado al sindicato de estómagos agradecidos rondaba la idea de matar a Raúl. “Lo voy a hinchar”, había anunciado. En la piel de un justiciero, se armó y salió en su búsqueda.



Tras el fatal desenlace la información sobre Raúl era algo confusa. Unos decían que le habían visto en la Asamblea del Pepé, otros en el Festival de Flamenco, otros en la presentación de la Candidatura en el Castillo, otros que si era un confidente, un tapado, un tránsfuga, que sé yo, se oyó de todo. Dijeron que le vieron hablar por las bravas con el artista, enrabietado por el apoyo que Raúl dio a los del Pepé y por su proximidad a este partido... Había muchas incógnitas. Momentos antes del triste desenlace dicen que Raúl se dirigió al artista de esta manera:



—Amigo, la verdad es que yo no sé mucho, no sé de casi nada, pero eso sí, me fijo más que un mochuelo y me da la ligera sensación que no tienes intención de incluirme en tu círculo de amistades… ¿no? Mira, puedes quitarme el dinero que tengo, mis tierras, mi riqueza, incluso puedes quitarme, como vas a hacer, la vida, pero hay dos cosas que no puedes quitarme… mi voto al Pepé y el miedo que tengo en todo mi cuerpo.



—Raúl, no podemos permitir que cambies y votes al Pepé ¿Quién va a dar la cara por nosotros? ¿Quién va a ser nuestro padrino? ¿Quién nos buscará las subvenciones? ¿Quién nos colocará? ¡¡¡Dímelo!!! Te has convertido en un ultraconservador recalcitrante y reaccionario, perdido en la contradicción de tus pasiones más enfermizas e intolerantes. ¡Tienes mucha ansía!! ¿Raúl Castro con el Pepé? ¡¡Hasta ahí podíamos llegar!!! El artista continúo—Raúl, no somos nadie… con lo que tú has sido…



… Pum, pum…



Recuerdo que la última vez tenía la voz ronca, apagada y temerosa. Estaba muy asustado, huidizo y temeroso, como si supiese lo que le esperaba, como si ya hubiese leído este artículo. Crónica de una muerte anunciada. No pude despedirme, pero qué más da, personajes como Raúl volverán, con otros ropajes y otras formas diferentes, pero volverán, sino al tiempo. No tengo una bola de cristal para adivinarlo, es algo más fácil, más científico si cabe, es sociología y antropología en estado puro.



En fechas próximas se acercan las elecciones locales y gane quien gane supondrá un cambio de ideas, de personas y de proyectos. Hay que dar tiempo y confiar en quién salga elegido. El problema vendrá más adelante, y es el que debemos prevenir. La gripe de la complacencia. Los últimos años no había medicina que la curara. Esta gripe, está visto, afecta fundamentalmente a los oídos de los políticos. Les aqueja de una sordera muy peculiar que se caracteriza por oír sólo lo que les gusta y por no escuchar aquello que no sea un halago o una palmadita en la espalda. La sintomatología de esta gripe es fácil de diagnosticar ya que también aqueja a sus personas de confianza y a los Concejales. Todos ellos van perdiendo, poco a poco, su espíritu crítico y tienden a decir a su líder aquello que más le gusta oír para evitarse problemas. De esta manera al alegrarse los oídos, unos y otros, nunca son conscientes de haber inoculado el virus de la complacencia. No sé cuando se infectarán. Ojalá que no suceda. Si así ocurre, ahí estaremos de nuevo, para denunciarlo. Hasta entonces.

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